Las tarjetas virtuales son la opción perfecta para aquellas personas que quieren un extra de seguridad al hacer pagos por internet. Con ellas tendrás tus datos y tu dinero a salvo en todo momento, ya que acostumbran a ser recargables o de un solo uso. Si quieres hacerte con una, pero todavía no sabes muy bien cómo funcionan, ¡nosotros te ayudamos!
Mejores Tarjetas Virtuales | |
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Producto | Características |
Tarjeta Virtual BBVA |
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Tarjeta eCommerce Openbank |
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Tarjeta e-Cash Banco Santander |
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Tarjeta Virtual CaixaBankWallet |
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Tarjeta Virtual Abanca |
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Tarjeta Virtual Revolut |
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Tarjeta Débito BS Card asociada a la Cuenta Online Sabadell |
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Una tarjeta virtual es, como su propio nombre indica, una tarjeta que solo va a tener formato digital. Es decir, no vas a contar con una tarjeta física como tal cuando pidas una.
Además, la mayoría las tarjetas virtuales son recargables (como las tarjetas prepago), y solo tienen acceso al dinero que hayas cargado en ellas. Es por esto que son una de las mejores opciones para pagar por internet si todavía desconfías de las compras online.
Y te estarás preguntado cómo puedes usarlas si no tienen formato físico. Pues resulta que, aunque este tipo de tarjetas no tengan soporte físico, siguen contando con toda la información que encontrarías en una tarjeta convencional: nombre y apellidos del titular, numero de la tarjeta, caducidad y código de seguridad. De esta manera, aunque no tengas una tarjeta física, podrás usar sus datos para operar por internet.
Aún así, algunos bancos sí que ofrecen tarjetas virtuales con formato físico. Suelen ser como las tarjetas bancarias a las que estamos acostumbrados, pero no cuentan ni con banda magnética ni chip. Por lo que realmente no podrás usarlas en tiendas físicas al carecer de estos elementos.
También es posible que te encuentres con tarjetas virtuales que, en realidad, son "tarjetas virtualizadas". Es decir, una tarjeta real, física, que puedes usar sin llevarla encima, gracias a la app del banco o a sistemas como Google Pay, Apple Pay o Samsung Pay, por citar algunos de los más populares. Con estas "tarjetas virtualizadas" podrás pagar en comercios físicos gracias a la tecnología NFC de los nuevos smartphones.
Lo más normal es que los bancos ofrezcan sus tarjetas virtuales de manera completamente gratuita. Al ser un producto que suele ir asociado a una cuenta o tarjeta ya existente, y con capacidades más reducidas, no tiene mucho sentido que te hagan pagar por ella.
Pero esto no siempre es así. Algunos bancos, como el Santander, te pueden cobrar un mantenimiento anual por la tarjeta virtual si no cumples con unas determinadas condiciones (en este caso concreto, si no realizas un mínimo de transacciones con ella cada año).
Consulta las condiciones de la tarjeta virtual antes de contratarla, como debes hacer con todos y cada uno de los productos financieros, así como las comunicaciones que tu banco te haga al respecto de posibles cambios en el mismo. Lo último que quieres es tener que pagar unas comisiones que no esperabas, aunque, por suerte, este es un producto muy sencillo, con unas comisiones que no deberían ser muy elevadas, y cuya cancelación suele ser simple e inmediata.
Las tarjetas virtuales suelen ser gratuitas, pero acostumbran a estar vinculadas a una cuenta bancaria. Sin embargo, gracias a los neobancos, es posible encontrar una tarjeta virtual gratuita sin cuenta bancaria (o, al menos, sin una cuenta bancaria tradicional).
Es lo que te ofrecen entidades como Revolut, N26 o Rebellion Pay. La cuenta básica de todas ellas es gratuita, y las tres ofrecen una tarjeta de débito o prepago que puede ser física o virtual.
Bastaría con que hicieras las transferencias de dinero justas y necesarias, ni un euro más, de tu cuenta corriente a la del neobanco para poder hacer la compra con su tarjeta, y no exponer tu dinero más de la cuenta.
El término "tarjeta virtual" puede referirse a dos tipos de tarjeta bancaria distintos. Por un lado, están las tarjetas que solo existen de manera virutal y, por otro, aquellas que tienen (o pueden tener) una equivalente física.
Las primeras suelen ser tarjetas virtuales de prepago, en las que tú decides el importe que contendrán. También pueden ser tarjetas virtuales desechables, de un solo uso, vinculadas a una cuenta o tarjeta, de donde tomarán el dinero para hacer el único pago que con ellas se podrá efectuar.
Si hablamos de una tarjeta virtual que tiene (o puede tener) soporte físico, entonces estamos hablando de una tarjeta que ha sido virtualizada, algo que a día de hoy se puede hacer con la práctica totalidad de las tarjetas bancarias.
Es cada vez más corriente que puedas empezar a usar tu nueva tarjeta, de crédito o débito, en cuanto la solicitas a tu banco, a través de tu móvil, pudiendo incluso pagar con ella. Lo mismo ocurre con las tarjetas de algunos neobancos, las cuales puedes utilizar de manera virtual si no te interesa pagar por el duplicado físico.
Las tarjetas virtuales son un producto con muchas utilidades, pero en circunstancias muy, muy concretas. Te explicamos sus pros y contras para que entiendas mejor cuándo puede ser una buena idea hacer uso de estas tarjetas virtuales.
Las tarjetas virtuales ofrecen una gran cantidad de ventajas debido a su particular formato y a su funcionamiento:
Aunque el tener formato virtual es una de las mayores ventajas de este tipo de tarjetas para pagar por internet, también es, por desgracia, uno de sus mayores inconvenientes, pero no el único. Estos son los más destacados:
Realmente, pedir una tarjeta virtual es exactamente igual que pedir una tarjeta convencional a tu banco. Desde la aplicación, página web o desde una oficina, podrás solicitar la tarjeta virtual que quieras.
Una vez hayamos rellenado los datos que te pueda pedir el banco, solamente queda esperar. A diferencia de las tarjetas de crédito convencionales, recibirás tu nueva tarjeta virtual en mucho menos tiempo, ya que, al no tener que esperar a que se fabrique, configure y envíe, la activación de la misma es inmediata.
De hecho, lo más normal es que esté disponible desde el mismo momento que termines el proceso. Y esto es incluso más sencillo en aquellos casos en los que ni siquiera tienes que pedirla: algunas simplemente se crean o activan con tocar un botón en la aplicación móvil de tu banco.
Las tarjetas virtuales no suelen tener ningún tipo de comisión. Son productos muy simples y de operativa limitada, por lo que la mayor parte de las entidades ofrecen sus tarjetas virtuales sin coste alguno.
Además, no suelen ser tarjetas con acceso a las diferentes opciones de financiación que ofrece una tarjeta de crédito. Las tarjetas virtuales son, por lo general, de prepago, y a lo sumo, de débito. Por tanto, no hay forma de que pagues intereses por su uso (a menos que las utilices para adquirir algo financiado por el comercio donde los has comprado, claro).
Las únicas comisiones que puedes encontrar en este tipo de tarjetas son por emisión, por mantenimiento o por recarga. En esta última modalidad, el banco te cobrará una comisión cada vez que quieras recargar tu tarjeta virtual. Sin embargo, lo más normal es que esto también sea totalmente gratuito.
Las tarjetas virtuales siempre van a depender del banco o entidad financiera que las haya emitido. Esto quiere decir que casi siempre van a ir vinculadas a una cuenta bancaria. También hay opciones de tarjeta virtual que no tienen ningún vínculo con tu cuenta bancaria, pero estas no suelen ser las más comunes.
Las tarjetas virtuales están especialmente diseñadas para que hagas tus compras por internet. Al no tener un formato físico o, si lo tienen, carecer de banda o chip, no podrás usarlas en ninguna tienda física.
La única alternativa para poder usar tu tarjeta virtual en una tienda física pasa conectarla a tu smartphone mediante un servicio de pagos móvil, como Apple Pay o Google Pay, y pagar gracias a la tecnología NFC de tu terminal. Sin embargo, no está garantizado que la tarjeta pueda ser aceptada.
Visa y Mastercard son dos fabricantes distintos de tarjetas bancarias, por lo que cabe cuestionarse si también estarán detrás de unas tarjetas que no se fabrican (no al menos de la manera tradicional, claro). Pero, en efecto, una tarjeta digital puede ser Visa o Mastercard, en función de la entidad con la que la contrates.
Lo normal al hablar de tarjetas virtuales es referirse a tarjetas prepago sin soporte físico, pero puede ser que tengas una tarjeta de crédito virtualizada, asociada a tu smartphone. En ese caso, sí, puede haber tarjetas virtuales de crédito, pero no son para nada habituales, y no son, en ningún caso, el producto que te ofrece tu banco cuando habla de tarjetas virtuales.
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