Hablar de crowdfunding es hablar de microfinanciación colectiva. Hay muchas maneras de obtener esa financiación, y por eso los distintos tipos de crowdfunding se encuadran en una serie de grandes categorías, la cuales atienden tanto a la forma de recaudar dinero como a la finalidad del proyecto en sí. Se trata de cuatro grandes tipos de crowdfunding, los cuales vamos a tratar de explicar en detalle.
Aunque en esencia hacer un crowdfunding equivale a hacer una colecta de fondos, dependiendo del objetivo de esta y de lo que el inversor o donante obtenga a cambio, estaremos hablando de un tipo de crowdfunding u otro.
También importa la naturaleza del crowdfunding en sí, si tiene un carácter mercantil, comercial o, en definitiva, económico, o si resulta todo lo contrario.
Por eso, los tipos de crowdfunding existentes se agrupan en cuatro grandes categorías. Tres de ellas tienen ánimo de lucro, y de estas, dos recompensan a los inversores con réditos económicos. Veamos en detalle en qué consisten.
El conocido como crowdfunding de recompensa es el más conocido por el gran público. Basa su funcionamiento en que los inversores en el proyecto que busca financiación lo hacen esperando recibir una recompensa si logra salir adelante, pero esta no será de carácter económico en ningún caso.
La naturaleza de esta recompensa depende del proyecto en sí, y viene determinada por el responsable del mismo. Lo habitual es que con la aportación mínima el inversor reciba el producto cuyo desarrollo ha respaldado económicamente, y si ha invertido más, se le recompensará con beneficios extra (una segunda unidad con descuento, o si hablamos de un libro, un ejemplar firmado y dedicado por el autor).
El crowdfunding de recompensa permite financiar una infinidad de proyectos de toda índole:
Las posibilidades son tan amplias como la propia mente humana. Este tipo de crowdfunding permite incluso convertirte literalmente en mecenas de un creador, suscribiéndote para sustentarle económicamente y, a cambio, disfrutar en primicia o de forma exclusiva de parte de sus creaciones.
El denominado equity crowdfunding es uno de los tipos de crowdfunding financiero más conocido. Consiste en participar de un proyecto o empresa a cambio de una participación en ella, proporcional al capital aportado.
Aunque el inversor puede recibir por parte de la empresa algunos beneficios como descuentos en sus productos, la motivación principal para participar suele ser el beneficio económico que al vender la participación si la empresa resulta exitosa.
Es decir, que mediante el crowdfunding de equidad el inversor pasa a formar parte del capital de la startup, como si fuera un accionista de la misma. En este caso, a diferencia del crowdlending, el inversor solo obtendrá beneficios cuando pueda hacer una salida del negocio, o si la startup cotiza en bolsa y se produce un reparto de dividendos.
Para el beneficiario de la inversión este tipo de crowdfunding le supone perder el control de parte del capital de la empresa pero, a diferencia de un venture capital, aquí lo hará a manos de muchos pequeños inversores en lugar de frente a uno grande.
Es una de las maneras más habituales de que las startups encuentren financiación cuando comienza su andadura, mientras tienen poco más que ofrecer que la promesa de ser en algún momento un negocio rentable.
Las líneas que separan un tipo de crowdfunding de otro no están claramente definidas, y dependiendo de la óptica usada para medirlas, podemos hablar de un tipo u otro. Eso es lo que ocurre con el crowdfunding inmobiliario.
En cierta medida es como el equity crowdfunding, en el que el inversor aporta su capital para obtener beneficios cuando salga del negocio, sin una rentabilidad pactada. En este caso, el negocio es un inmueble.
En el crowdfunding inmobiliario un grupo de pequeños inversores se junta para poder participar del mercado de bienes inmuebles, algo habitualmente reservado a las grandes fortunas.
El beneficio se genera con la posterior venta del citado inmueble, el cual habitualmente pasa por un proceso de rehabilitación (o de construcción, si lo que se elige financiar es una obra de nueva planta).
El crowdfunding de donación se diferencia de los demás en su finalidad y motivación. A diferencia del resto, el inversor aquí es un donante, y le mueve el altruismo, no el beneficio económico. Las campañas en este tipo de crowdfunding suelen tener fines benéficos.
El donante no recibe a cambio de su aportación más que la satisfacción de haber contribuido a lo que considera que es una buena causa, aunque algunas plataformas 'recompensan' a sus donantes con la posibilidad de ver cómo evoluciona el proyecto al que contribuyeron económicamente.
Los proyectos no han de tener ánimo de lucro para poder ser encuadrados en esta categoria, y por tanto acostumbran a tener una finalidad social y solidaria. Los pueden llevar a cabo ONG, pero también particulares, incluso para sí mismos si se encuentran en una situación de desamparo.
En la gama de grises que separa el crowdfunding de donación del resto de financiaciones colectivas encontramos el fundraising, o colecta de fondos.
Se trata de un tipo de crowdfunding muy utilizado en política, y se encuentra en la frontera del de donación porque aunque suele carecer de ánimo de lucro, las motivaciones políticas no son para nada altruistas. Además, en este caso la colecta de fondos se puede llevar a cabo con la venta de merchandising, algo que no contempla el crowdfunding de donación al carecer de recompensa de ningún tipo.
El crowdlending, o crowfunding de préstamo, permite al creador del proyecto recibir financiación que tendrá que devolver, como si de un crédito se tratase, pero sin la intermediación de los bancos o entidades especializadas.
En este tipo de crowdfunding, el inversor pone su dinero a disposición de un proyecto, y confía en recuperar la inversión, con unos intereses pactados de antemano, llegado el momento.
De este modo, una startup puede obtener financiación de muchos pequeños acreedores sin tener que recurrir a la banca y sus habitualmente altos tipos de interés.
Juan Ribón Juan es licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad de Valladolid. Cuenta con más de seis años de experiencia escribiendo en medios online. Apasionado de los temas de actualidad, sus conocimientos y saber hacer dan respuesta a las preocupaciones sobre cuestiones financieras en Roams.